miércoles, 4 de junio de 2014

"JULIÁN Y EL GLOBO", 'un drama en el aire' de Sández



Tras las distintas comedias cómicas escritas por la pluma (o el bolígrafo) de este autor, y alguna que otra comedia dramática o tragicomedia ―todo depende de como se quieran etiquetar―, es para mí un placer presentaros mi primer drama.

Su título: "JULIÁN Y EL GLOBO" ('Un drama en el aire'). Un drama romántico sobre el desamor y lo inevitable, y la necesidad de escapar. Un drama que espero poderos presentar sobre un escenario próximamente.

Os dejo con Julián y el Globo:
ACTO ÚNICO

Interior de una casa de campo. Ventanal en el foro izquierda, por donde vemos forillo de cielo azul y verde campo (...)

Al levantarse el telón, y mientras suena una dulce música, encontramos sentada sobre el sofá a una mujer. Es ELENA. De unos treinta y cinco o cuarenta años, de belleza serena, aspecto frágil, y aire un poco ausente. Va vestida con una bata. Está escribiendo sobre un cuaderno que tiene sobre su regazo. Continúa enfrascada en su escritura durante unos instantes. Entonces se detiene, suspira, y, mientras sigue la música, lee en voz alta, con una sonrisa en su semblante.

ELENA.― Querido diario: Julián está muy contento. El globo vuela perfectamente. “Evoluciona perfectamente”, así es como él lo dice. Julián está con su globo aerostático como un niño con zapatos nuevos, como un crío ilusionado al que le han regalado un globo en la feria. Su capricho nos ha costado unos miles, pero con ver su cara brillar radiante de satisfacción, se da por bien pagado. Julián está contento. Julián está muy contento. “Mil pies”, me dice. “Mil pies de altura, cielo”. Yo le contesto que hasta ahí quiere él llegar, hasta tocar el mismísimo Cielo. (Vuelve la página. Se sonríe): “Si vieras cómo se ve el mundo desde allí arriba, Elena... Los pueblos se vuelven diminutos, la gente, la gente que aquí abajo se cree tan importante, primero se vuelve pequeños puntos, y luego…, luego ni eso… Y los problemas, ni se ven desde allá…” (Suspira y deja el diario sobre la mesa. Mutis por el lateral derecha. Bajan las luces. Sobre el paño del foro se proyecta la imagen, en movimiento, de un globo cuyo quemador está en combustión, preparado para ascender. La luz vuelve progresivamente, desapareciendo la proyección, y ELENA retorna al sofá con una jarrita y una taza de café recién hecho ―con poco azúcar―. Toma de nuevo su diario. Lee para sí, mientras se sirve la leche. Se levanta y va con su taza de café hasta el ventanal, donde toma algunos sorbos y por donde queda mirando absorta… Vuelva al sofá, y sigue leyendo el diario): “¡El globo es fantástico!”, dice Julián.

(La luz baja hasta una penumbra. Cuando vuelven las luces, ya sin la música, ELENA sigue sentada, pero en lugar de la bata lleva un vestido, y el diario no está a la vista. JULIÁN está en escena, de pie. De edad similar a su esposa, y, en ese momento, radiante.)

JULIÁN. ― ¡El globo es fantástico! ¡Mucho mejor de lo que imaginé! (Tomando asiento en el reposabrazos del sofá): ¡Qué sensación, verse flotar, llevado por el aire…! Es como si fueras en el interior de una gran pompa de jabón… ¡Qué sentimiento de libertad, Elena, y en el más completo de los silencios!, sólo oyes al viento que te empuja…
ELENA. ― (sonriendo): Julián, estás como loco…
JULIÁN. ― ¡Sí, estoy loco…!
ELENA. ― ¡Me encanta que estés loco, loco mío!

(JULIÁN pone un semblante serio, y ELENA, entonces, también.)

JULIÁN. ― (serio, caminando): Reconozco que ha sido un gasto importante, pero merece la pena, vale lo que ha costado con creces. No lo cambiaría por nada… Ni por el deportivo ése que se ha comprado esa pareja amiga tuya… Ni por dos coches como ése lo cambiaba. (ELENA queda seria contemplándole, en silencio) Sé lo que estás pensando… Que tú no disfrutas del globo conmigo como tus amigos de su deportivo… (Acercándose y acariciándole el pelo): Tú y tu miedo a las alturas…
ELENA. ― Mi vértigo.
JULIÁN. ― Eso, tu vértigo.
(Vuelve la música. JULIÁN se marcha, mientras ELENA, ajena a este mutis, se pone la bata. Saca y lee el diario. Y entonces habla al público):
ELENA. ― Siempre tuve miedo a las alturas. Desde pequeña. Ese miedo al vacío, al precipicio que te agarra y te atrae hacia sí, como un imán, como si te hipnotizara, ha sido una rémora durante toda mi existencia. Me ha privado de vivir tantos momentos especiales, como es ahora el poder compartir con mi marido, Julián, su gran sueño. Siento que él comienza a volar, mientras que yo soy el pesado lastre que se queda en tierra. (ELENA toma en sus manos el marco que hay sobre la mesa, y queda contemplando la foto. La deja) Creo que mi vértigo, mi terror a las alturas ―que ése es su verdadero y descarnado nombre―, se agravó durante el viaje de novios…, en nuestra luna de miel, en aquella isla tan maravillosa, un paraíso donde Julián y yo jugamos a ser Adán y Eva. Fue durante la excursión a lo alto de la montaña… ¿Por qué tuvieron que poner aquella maldita montaña junto a la playa…? Julián me llevaba de la mano como a una niña asustada, animándome a seguir con aquella ascensión, cada vez más alto por aquella empinada ladera pedregosa, desde donde se veía cada vez más lejos el mar… Casi, diría, me empujaba a subir y a subir… Julián intentaba hacerme ver lo ridículo de mi miedo, pero la angustia y el pánico se iban adueñando de mí, haciéndose más y más grandes en mi interior… Si Julián no hubiese insistido… Y ahora el lastre se queda en casa… (ELENA se levanta, y va hasta el ventanal. Mirando fuera): El lastre se queda en casa, mirando por la ventana al cielo… (Tras un silencio): Y no te veo, Julián… (OSCURO. Con las luces de vuelta, ELENA y JULIÁN están sentados en el sofá, ella con el vestido de antes. Toman vino y ríen. Mientras cesa gradualmente la música, pasándole la mano por el pelo): ¡Ay, qué tonto…! (JULIÁN la agarra y ríen, jugando, y se dan un beso) Cómo se me está subiendo este vino… ¿Tú me quieres emborrachar, eh, truhán…?
JULIÁN. ― ¿Desde cuándo necesito yo emborracharte…?
ELENA. ― (juguetona): ¿“Necesitas”? ¿Necesitas para qué…? (Retozan) Ay, Julián… (le acaricia la cara a su marido, y a continuación le da un toque en la nariz)
JULIÁN. ― Con esto lo he superado todo, ¿eh? ¡Un globo! ¡Un globo aerostático nada menos!
ELENA. ― Ay, cariño…
JULIÁN. ― El nuevo antojo del chico.
ELENA. ― (burlona): Su globito…
JULIÁN. ― Un globito más grande que una casa… Pues no sabes cómo me divierto con él. ¡Jamás he disfrutado tanto con nada!, ¡es un descubrimiento, Elena, es una pasada! ¡Abandonar la tierra, sentir la ingravidez flotando en el éter, y volar y volar e ir con las corrientes…!
ELENA. ― (irónica): Y con los pájaros…
JULIÁN. ― ¡Y con los pájaros! ¡De veras, Elena, es…! ¡Uf! ¡Levantarte y dejar aquí abajo este mundo, y encontrarte allí arriba…!
ELENA. ― Y dejarme a mí aquí abajo…

(Silencio.)
JULIÁN. ― (en tono de reproche): ¡Elena…!
(Bajan las luces, proyección del globo encendiendo su quemador, a punto de ascender (...))
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ELENA. ― ((...) sola, se acerca despacio hasta la ventana. Mirando fuera): Tendré que aprender a volar para volver a acercarme a ti… O para traerte de vuelta.
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(...)

JULIÁN. ― ¿A dónde quieres ir a parar?
ELENA. ― No, hasta dónde quieres ir a parar tú, Julián…
JULIÁN. ― (tras un silencio): Eh…
ELENA. ― (cariñosa, tocándole la cara): ¿Hasta dónde quieres escapar…?

(Continúa...)
  
[Fragmentos]


© Diego Fdez. Sández



Este obra se estrenó el 6 de febrero de 2015 en Madrid.


Permaneció en cartelera hasta el día 22 del citado mes.


CRÍTICA del estreno: Aquí

Así voló el Globo (y el amor) sobre los escenarios (IMÁGENES): Aquí

OBRA PUBLICADA en GRECIA: Acá

2 comentarios:

  1. ¡PRECIOSA HISTORIA, Don Diego! con un poso de doloroso realismo escondido tras la metáfora del globo. Demuestras ser un autor todoterreno, capaz de navegar tanto por las divertidas aguas de la comedia del absurdo, como por el mundo de los sentimientos, de la nostalgia. Y siempre, siempre reflejando distintas facetas de la vida real. ENHORABUENA de una actriz, espectadora y cada vez mayor admiradora de su obra.

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