COLÓN
(¡Aquí hay mucho tomàquet!)
Hace 70 días que Cristóbal y sus colonos salieron
de crucero zarpando desde las tierras de Palos (Huelva). Con la ayuda de sus
oficiales los Hermanos Pinzón, que eran unos marineros, y de la naviera de Juan
de la Cosa —los historiadores aún discuten sobre cuál sería su cosa—, Colón
logra a duras penas contener una situación insostenible: los víveres se agotan,
los ánimos aún más, y huele a motín en la nao y las calaveras (en las de los
marinos).
—¿Creéis que aún falta mucho para divisar tierras, Colón? —pregunta
Martín Alonso Pinzón, capitán de La Pinta.
—Una mica, tu! —responde,
ambiguo como siempre, Cristòfor.
—¿Estará de veras el Abismo al otro lado de la mar? —inquiere ahora
Vicente, Vicente Yáñez Pinzón, al mando de La Niña, a la que le están saliendo
los dientes por el tortuoso camino.
—Qué pesados, Dios…
—se dice Colón, esquina Génova—. Debí haber dejado en las Canarias a estos
pájaros de los Pinzones…
—¡Pááájaaroooos…! —grita
Rodrigo de Triana, que es de Lepe, desde la cofia (la de la chacha de a bordo).
—Eso he dicho. ¿Se me ha oído…?
—Digo, Colón, que diviso bandadas de aves —aclara Rodrigo de Lepe—, ¡la
tierra debe de estar cerca!
—¡Es “Colom”! ¡Sí!,
¡presiento en el aire el olor de ese inmenso jardín, eso es América!
Cris también siente
cosquillas en su estómago que anuncian el alborozo.
—¡¡Colón!! —grita de pronto Rodrigo—: ¡¡¡Tieeeerraaaaaa…!!! ¡¡¡Ahora sí!!! ¡¡¡¡¡Tieeeerrraaaaaaa…!!!!!
¡Efectivamente! ¡Ahí están! Las
costas de las Indias.
El júbilo se apodera de la tripulación, todo son vítores, gritos de
alegría y abrazos (los Pinzones aprovechan para pegar achuchones y besos). Colón
ha conseguido su sueño de abrir una nueva ruta a un nuevo destino, Cipango por
Poniente, a mayor gloria de Castilla y de León, de Fernando e Isabel —quien ha
empeñado sus joyas en “Oro Fásil” —. Y para mayor gloria de “Viatges Colom”.
—“Almirante de la Mar Océano…”
—musita orgulloso el genovés gironés—. No suena mal…
—No es poca cosa… —añade Juan de la.
Poco puede imaginar el amigo Cristóbal que sólo unos años después
regresará de ese paraíso natural —y fiscal— sin títulos y, en lugar de con la pulsera
turística de “todo incluido”, con grilletes…
Así, la troupe de “Cristòfor y sus Colonos” monta en las
chulapas (digo en las chalupas) rumbo a su tournée por América, donde los esperan
las tribus de los taínos y los tumacas, las Indias y sus riquezas, y las
ricuras de las indias…
—Quines dones més maques, tu…!
—exclama el payés—. ¡Pero ricas, ricas…!
Fin
Diego Fdez.
Sández