CHEQUE EN BLANCO
ACTO ÚNICO
En un despacho sito en cualquier
complejo de oficinas, ninguno en concreto. Bueno, alguno con nombre de pintor.
Picasso puede valer. Torre Picasso. En cualquier despacho. Va, en el despacho
36 de la 5ª planta, Torre Picasso (Complejo AZCA, Paseo de la Castellana,
Madrid).
Un señor de mediana edad, el SR.
BLANCO, sentado en un sillón peleando con mil papeles. Haciendo cuentas,
repasando, anotando, rodeado de facturas… En suma, trabajando.
Llaman a la puerta.
SR. BLANCO.─ Adelante…
JEREMÍAS.─ (asomándose): ¿Se puede?
SR. BLANCO.─ (extrañado): Sí…, ¿qué desea…?
JEREMÍAS.─ (leyendo el nombre en un papelito): ¿El… señor Blanco, por favor?
SR. BLANCO.─ Sí, yo
soy… (JEREMÍAS entra, con traje de
chaqueta y portando una cartera)
¿Pero estaba usted citado? ¿Le ha dejado pasar la secretaria?
JEREMÍAS.─ No he
visto a ninguna secretaria…
SR. BLANCO.─ Sí, es
verdad. Ahora lo recuerdo. No hay secretaria… La tuve que despedir hace tiempo,
no llegaba el dinero… Pero dígame, ¿cómo le han dejado subir los de seguridad
del complejo?
JEREMÍAS.─ ¿Seguridad?
¿Qué seguridad?
SR. BLANCO.─ Cierto,
los recortes… Hace meses que se prescindió de ellos… Bueno, dígame, ¿en qué
puedo ayudarle?
JEREMÍAS.─ (leyendo
su papelito): “Sr. Blanco. Pequeño y
mediano empresario. Gerente, titular, tesorero, asalariado y único empleado de
‘Blanquisa, ─…’”
SR. BLANCO.─ (interrumpiendo):
“Blanquia”, mi empresa es Blanquia
Sociedad Anónima Limitada.
JEREMÍAS.─ Mmm… (Corrige el papel. Sigue): “‘Blanquia, Sociedad Anónima Limitada’.
Estado civil: casado. ─…”
SR. BLANCO.─ (interrumpiendo
nuevamente): Divorciado.
JEREMÍAS.─ Pero
antes estaba casado.
SR. BLANCO.─ Sí, y
antes soltero. Pero dígame quién es usted.
JEREMÍAS.─ ¡Cierto, disculpe! Me presento: Jeremías Pérez del Peral. Inspector de Hacienda, pólizas y efectos postales (...)
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JEREMÍAS.─ (sonriendo maléficamente, tras un silencio en el que juega chocando sus dedos y observando a su interlocutor): Señor Blanco: lo sabemos todo…
SR. BLANCO.─ ¡¿Cómo?!
JEREMÍAS.─ Señor
Blanco, no hace falta representar ninguna farsa. Llevo años jugando al gato y el
ratón con cientos de empresarios, ¡miles!, desde los más pequeños hasta los
peces más gordos… Ellos creen sabérselas todas, y que hecha la ley, hecha la
trampa… Pero recuerde usted que la banca, siempre gana…
SR. BLANCO.─ ¿La
banca? Creía que había dicho que era de Hacienda.
JEREMÍAS.─ Bueno,
“la banca”, “Hacienda”… Llámelo “x”.
SR. BLANCO.─ “X”…
JEREMÍAS.─ ¿Decía?
SR. BLANCO.─ Lo
llamaba “x”…
JEREMÍAS.─ Eso es…
SR. BLANCO.─ Me temo que no entiendo nada… Y estos señores (por los lectores/espectadores), tampoco…
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JEREMÍAS.─ ¡Tranquilo, señor Blanco, tranquilo…! Señor Blanco, tenemos abrumadoras sospechas de que usted no defrauda…
SR. BLANCO.─ ¡¿Que
yo defraudo?! ¡Pe─…!
JEREMÍAS.─ (cortándole): No me ha escuchado usted… He dicho, que
tenemos sobradas sospechas de que usted NO
defrauda…
SR. BLANCO.─ Pero…
Esto es absurdo…
JEREMÍAS.─ (sonríe de
nuevo malvado) Claro… Ahora usted se
hace el sorprendido… Luego lo negará todo… Se sacará de no se sabe dónde unos
supuestos balances que justificarían sus palabras…
SR. BLANCO.─ ¡Esto
es escandaloso!
JEREMÍAS.─ “¡Esto es
escandaloso!” Siempre dicen eso.
SR. BLANCO.─ ¡¿Pero
qué broma es ésta?!
JEREMÍAS.─ Eso es lo
siguiente que dicen.
SR. BLANCO.─ ¿“Dicen”?
¡¿Quiénes?!
JEREMÍAS.─ (levantándose
y echándose encima): ¡Ustedes, señor
mío! ¡Los de su ralea! ¡Los que se aprovechan de las reglas de juego que nos
hemos dado en este sacrosanto país!, ¡los que quieren usar la Administración en
su provecho y sólo en su provecho y que ésta le baile el agua! ¡Los que se
obstinan en seguir sus normas! ¡Los que se creen que pueden darnos un ejemplo
de moralidad, de una ética de novela rosa…! ¡Los que se sirven de contactos,
amigos, para lo mismo de siempre, para sus oscuras intenciones, para…: NO
DEFRAUDAR!
SR. BLANCO.─ ¿“No def─…”?
JEREMÍAS.─ Sí, amigo
mío… Sí, señor Blanco… ¿Creía que nos la iba a dar con queso? ¿Y a mí, a Jeremías
Peral…?
SR. BLANCO.─ Pérez
del Peral.
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JEREMÍAS.─ (...) En este país del “déjame que hago una llamadita y ya tú verás…”, del “favor con favor se paga”, del “todos lo hacemos”…, ¿va usted de…, “alma cándida”…?
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SR. BLANCO.─ ¿Qué quiere usted…? ¿Quiere libre acceso a mi ordenador? ¿A los archivos? ¿A mis papeles? (Mostrándolos): ¡Aquí tiene los balances! ¡Las facturas! (Lanzándolas al aire): ¡Facturas, facturas, facturas…! (Sacando los documentos de unas carpetas o bandejas): ¡Todas mis declaraciones de Hacienda! ¡Todos mis recibos! ¡Todo al día!, siempre viviendo “al día”…
JEREMÍAS.─ (entre
dientes): Tal vez ése sea el
problema…
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JEREMÍAS.─ ¡“Blanquia”…! “Blanquia!, está claro. “Blanquia”, de “blanqueo”, ¡usted es de los nuestros!
SR. BLANCO.─ ¿Está
usted loco? “Blanquia”, de Blanco, ¡de mi apellido!, ¡Blanco!, ¡como mi
conciencia!, ¡blanca!
JEREMÍAS.─ Claro…
“Blanco”… Como “cheque en blanco”… Señor Blanco: ¿es usted demasiado listo…, o
demasiado tonto…?
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JEREMÍAS.─ Señor Blanco… Prepárese para recibir todo el peso de la ley… O se está dentro, o se está fuera… Y usted está fuera…
SR. BLANCO.─ ¿Qué me
espera entonces…?
(Continúa...)
© Diego Fdez. Sández
(Escrita en el Café Comercial, en el año de gracias)
[Ideada y escrita en unas pocas horas en el transcurso del Salón del Libro Teatral de Madrid 2014, para el premio Teatro Exprés]
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