Panificio
Picapán, funcionario, se sentó a la mesa como cada día para tomar tomate con
pan o pan con tomate (conocido en Bruselas como pan tumaca) en su pausa del
desayuno. No pan sólo, sino pan con café solo, porque sólo “pan con pan”… Los
minutos corrían en la media hora que se tomaba para tomarse su derecho como trabajador
en forma de calorías y cafeína, antes de volver a la oficina a seguir ganándose
el pan.
Panificio,
leyendo el periódico de derechas a su izquierda (y que leía de izquierda a
derecha), se quejó de que el sueldo, sin actualizar desde hacía años, y tras el
nuevo recorte que anunciaba la prensa, apenas si le daría para el pan.
Panificio, así, se sintió rayado como el pan rallado.
—Aquí
tiene, su tostada.
La
tostada, socarrada a la Nerón, acabó de quemarle, y el bueno de Pani se quedó
hecho miga…
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