A pesar de la nevada con la que arrancamos el año, cosas de la borrasca D.ª Filomena (una señora muy fría la señá Filo), nada le quita a un escritorcillo el gusto de pasarse por delante de la casa de Gustavo Adolfo Bécquer —donde escribió o volvió a reescribir, de memoria, tras perder el cuaderno original, sus inmortales rimas— bajo la nieve que cubre hoy el laurel que plantaran los dos hermanos.
Por allí cruza, se sonríe deteniéndose y deleitándose —casi viendo a Gustavo Adolfo salir en una nevada de las de entonces a sacar al perro—, tomando unas fotos, bajo su paraguas, el último romántico vivo.
:-D
Y así se vuelve a casa, inspirado, a poner la lavadora a garabatear sus escritos de 2021... (elultimoromanticovivo, no Bécquer).
[P. D.: Me dicen que hay otro señor en Teruel]
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