lunes, 8 de agosto de 2022

"CHEQUE EN BLANCO" (texto completo)

CHEQUE EN BLANCO 

Diego Fdez. Sández 


Personajes:

 SR. BLANCO (pequeño y mediano empresario)

GENOVEVA PÉREZ DEL PERAL (inspectora de Hacienda, pólizas y efectos postales)


ACTO ÚNICO

En un despacho sito en cualquier complejo de oficinas, ninguno en concreto. Bueno, alguno con nombre de pintor. Picasso puede valer. Torre Picasso. En cualquier despacho. Va, en el despacho 36 de la 5ª planta, Torre Picasso (Complejo AZCA, Paseo de la Castellana, Madrid). Un señor de unos cincuenta y cinco años, el Sr. BLANCO, sentado en un sillón peleando con mil papeles. Haciendo cuentas, repasando, anotando, rodeado de facturas… En suma, trabajando. Llaman a la puerta.

BLANCO: Adelante…

GENOVEVA: (asomándose): ¿Se puede?

BLANCO: (extrañado): Sí…, ¿qué desea…?

GENOVEVA: (leyendo el nombre en un papelito): ¿El… señor Blanco, por favor?

BLANCO: Sí, yo soy… (GENOVEVA entra, con traje de chaqueta y portando una cartera) ¿Pero estaba usted citada? ¿La ha dejado pasar la secretaria?

GENOVEVA: No he visto a ninguna secretaria…

BLANCO: Sí, es verdad. Ahora lo recuerdo. No hay secretaria… La tuve que despedir hace tiempo, no llegaba el dinero… Pero dígame, ¿cómo la han dejado subir los de seguridad del complejo?

GENOVEVA: ¿Seguridad? ¿Qué seguridad?

BLANCO: Cierto, los recortes… Hace meses que se prescindió de ellos… Bueno, dígame, ¿en qué puedo ayudarle?

GENOVEVA: (leyendo su papelito): “Sr. Blanco. Pequeño y mediano empresario. Gerente, titular, tesorero, asalariado y único empleado de ‘Blanquisa, …’” ─

BLANCO: (interrumpiendo): “Blanquia”, mi empresa es Blanquia Sociedad Anónima Limitada.

GENOVEVA: Mmm… (Corrige el papel. Sigue): “Gerente, titular, tesorero, asalariado y único empleado de ‘Blanquia, Sociedad Anónima Limitada’. Edad: 60 años. …”─

BLANCO: (cortándola todo el rato): ¡Halaaa…!, ¡se ha pasado…! ¡55, 55 añitos!, y no aparento más de 50, póngalo.

GENOVEVA: (corrigiendo el papelito): “55 añitos…”, ¡digo “años”! “Años cotizados a la Seguridad Social: 35. …”─

BLANCO: ¡Ahí en cambio se ha quedado corta, ¿ve?! ¡37, 37 años cotizando!, ¡quee…, ya se dice pronto…!

GENOVEVA: (ídem): Mmm… “Propiedades: 2 viviendas, una de uso habitual,…”─

BLANCO: Y tan habitual, como que paro allí cada día. Y eso cuando paro por la noche.

GENOVEVA: (molesta, sigue): “…De uso habitual, y de 90 metros cuadrados,…”─

BLANCO: ¿Tantos?

GENOVEVA: “…Y otra vivienda residencial, apartamento vacacional”─

BLANCO: Pero como nunca cojo vacaciones…

GENOVEVA: “Un coche en propiedad, utilitario”.

BLANCO: Hablando en propiedad, nada útil, un cacharro.

GENOVEVA: “Otros datos personales: Altura: 1,77”─

BLANCO: Recién levantado puede ser. Con zapatos 1,80.

GENOVEVA: “Peso: 80 kilos”.

BLANCO: Peso ideal.

GENOVEVA: “Ojos verdes”.

BLANCO: Como la copla.

GENOVEVA: (que acerca su cara mirándoselos) Pues a mí me parecen negros…

BLANCO: (acercando la suya): Y a mí. Pero no crea, hay días que…

GENOVEVA: (como hipnotizada): ¿Sí…?

BLANCO: Sí…

GENOVEVA: ¿Verdes…?

BLANCO: Verdes…

GENOVEVA: (echándose hacia atrás, ya normal, y mientras escribe): “Y el verde, verde limón…”. Seguimos (leyendo): “Pelo: negro”.

BLANCO: ¿De cuándo dice que son esos datos…?

GENOVEVA: “Grupo sanguíneo: A positivo”.

BLANCO: Negativo.

GENOVEVA: (corrigiendo el papel): “Negativo”.

BLANCO: No, que digo que negativo, que tienen mal el dato. Yo soy B positivo.

GENOVEVA: Aah…

BLANCO: “A” no, B.

GENOVEVA: Digo que aaah…

BLANCO: Ah.

GENOVEVA: (más enfadada): ¡Sigo! “No se le conoce filiación sindical ni política”.

BLANCO: Yo no me caso con nadie…

GENOVEVA: Mmm…, eso es malo en este país, amigo, muy malo…

BLANCO: Está bien, pues ponga “marxista de derechas”… O mejor: “apolítico”.

GENOVEVA: (anotando): “Radical”… Sigo. Mmm…, ¡ah, hablando de “no casarse con nadie”!: Estado civil: casado”─

BLANCO: Divorciado.

GENOVEVA: Pero antes estaba casado.

BLANCO: ¡Sí, y antes soltero…!, ¡pero dígame de una vez quién es usted!

GENOVEVA: ¡Cierto, disculpe! Me presento: Genoveva Pérez del Peral. Inspectora de Hacienda, pólizas y efectos postales.

BLANCO: “Inspectora de…” ¿Y a qué debo el “honor” de su visita…?

GENOVEVA: Verá usted… Pero, ¿puedo sentarme?

BLANCO: Inténtelo… (GENOVEVA intenta con mucho cuidado tomar asiento, hace el ademán de reposar el trasero en la silla, pero entonces lo levanta, vuelve a intentar posarlo despacio…) ¿Qué, qué tal?

GENOVEVA: (terminando poco a poco de sentarse): Uy, pues bien, parece que bien…, ¡yo creo que voy bien!

BLANCO: Pruebe a echarse más para atrás.

GENOVEVA: ¿Más para atrás?

BLANCO: ¡Más para atrás! ¡Así!

GENOVEVA: Uy, pues sí, ¡genial, gracias!

BLANCO: Perfecto. ¿Desea usted beber alguna cosa?: ¿una coca-cola, un agua, un bitterkas…?

GENOVEVA: ¿Aún hay alguien que beba bitterkas?

BLANCO: ¿Una copa entonces? ¿Whisky, ron, anís seco, dulce, salado…?

GENOVEVA: ¡Nada de alcohol! No puedo beber estando de servicio, señor Blanco. ¿O es que pretende usted emborrachar a esta funcionaria?

BLANCO: ¡Yo…!─

GENOVEVA: Tal vez pretenda usted lisonjearme, darme un poco de jabón… Si yo le contara la de empresarios que han intentado hacerme la rosca… Recuerdo uno que —¡¿hasta dónde no llegarían sus intentos por serme simpático, y hasta dónde sus nervios?!—, ¡que llegó hasta el punto de insinuárseme!

BLANCO: No la entiendo.

GENOVEVA: ¿Qué no entiende? Digo que llegó a ofrecerme sus…, “servicios”…

BLANCO: (tras un silencio): ¿Los baños?

GENOVEVA: Déjelo.

BLANCO: Yo… Sólo pretendí ser cortés.

GENOVEVA: Estoy bien sin la copa, gracias.

BLANCO: Bien… Perfectamente. ¿Y ahora, me dirá cuál es el propósito de su visita, señora Pérez del Peral?

GENOVEVA: No tiene nada de qué preocuparse… La gente suele asustarse cuando me identifico como inspectora de Hacienda…

BLANCO: Pues no sé por qué será…

GENOVEVA: Eso digo yo, je, je… (y sonríe maléficamente… Un silencio en el que juega chocando sus dedos y observando a su interlocutor… Entonces): Señor Blanco: lo sabemos todo…

BLANCO: ¡¿Cómo?!

GENOVEVA: Señor Blanco, no hace falta representar ninguna farsa. Llevo años jugando al gato y el ratón con cientos de empresarios, ¡miles!, desde los más pequeños hasta los peces más gordos… Ellos creen sabérselas todas, y que hecha la ley, hecha la trampa… Pero recuerde usted que la banca, siempre gana…

BLANCO: ¿La banca? Creía que había dicho que era de Hacienda.

GENOVEVA: Bueno, “la banca”, “Hacienda”… Llámelo “x”.

BLANCO: “X”…

GENOVEVA: ¿Decía?

BLANCO: Lo llamaba “x”…

GENOVEVA: Eso es…

BLANCO: Me temo que no entiendo nada… Y estos señores (por los espectadores), tampoco…

GENOVEVA: Verá, señor Blanco, se lo diré directamente: venimos siguiendo su pista desde hace tiempo. Puede usted negarlo todo, pero nos basta con conseguir una orden judicial en cuestión de minutos —tengo yo un cuña’o juez que…—, inspeccionar sus ordenadores, archivos, carpetas y cuentas bancarias, y antes de que se ponga el sol saber de Blanquia S. A. L. y de usted tanto como usted.

            (Silencio impresionante.)

BLANCO: Pe-… Pero… ¿Pero de qué se me acusa?, ¡si es que se me acusa de algo! ¿Por qué se me investiga?

GENOVEVA: ¡Tranquilo, señor Blanco, tranquilo…! Señor Blanco, tenemos abrumadoras sospechas de que usted no defrauda…

BLANCO: ¡¿Que yo defraudo?! ¡Pero…!─

GENOVEVA: (cortándole): No me ha escuchado usted… He dicho, que tenemos sobradas sospechas de que usted NO defrauda…

BLANCO: Pero… Esto es absurdo…

GENOVEVA: (sonríe de nuevo malvada) Claro… Ahora usted se hace el sorprendido… Luego lo negará todo… Se sacará de no se sabe dónde unos supuestos balances que justificarían sus palabras…

BLANCO: ¡Esto es escandaloso!

GENOVEVA: “¡Esto es escandaloso!”. Siempre dicen eso.

BLANCO: ¡¿Pero qué broma es ésta?!

GENOVEVA: Eso es lo siguiente que dicen.

BLANCO: ¿“Dicen”? ¡¿Quiénes?!

GENOVEVA: (levantándose y echándose encima): ¡Ustedes, señor mío! ¡Los de su ralea! ¡Los que se aprovechan de las reglas de juego que nos hemos dado en este sacrosanto país!, ¡los que quieren usar la Administración en su provecho y sólo en su provecho y que ésta le baile el agua! ¡Los que se obstinan en seguir sus normas! ¡Los que se creen que pueden darnos un ejemplo de moralidad, de una ética de novela rosa…! ¡Los que se sirven de contactos, amigos, para lo mismo de siempre, para sus oscuras intenciones, para…: NO DEFRAUDAR!

BLANCO: ¿“No def-…”?

GENOVEVA: Sí, amigo mío… Sí, señor Blanco… ¿Creía que nos la iba a dar con queso? ¿Y a mí, a Genoveva Peral…?

BLANCO: Pérez del Peral.

GENOVEVA: Eso, Pérez del Peral… En este país activado por los resortes, movido por los engranajes de la comisión, del “guárdame este sobre y mira en casa qué hay dentro”, del “déjame que hago una llamadita”,─ (se detiene al sonar un móvil. Saca el teléfono de un bolsillo de su chaqueta y contesta): ¿Sí? … (Mirando a BLANCO): Sí, localizado, aquí lo tengo. … Blanco, sí. … ¿Qué tal el tuyo? … ¿Otro “listo”, eh…? … Perfecto, que no se escape. … Eso es, que no se te escape vivo, je, je, je. Hablamos (cuelga y guarda el móvil). ¿Por dónde íbamos?

BLANCO: Por la llamadita…

GENOVEVA: Eso es, decía que en este país del “déjame que hago una llamadita y ya tú verás…”, del “favor con favor se paga”, del “todos lo hacemos”…, ¿va usted de…, “alma cándida”…?

BLANCO: Pero… ¿Es que…? ¿Es que todos tenemos que jugar a ese juego asqueroso? ¿Pero es que creen ustedes que todos estamos manchados, podridos? ¿Tan enfermos están ustedes?

GENOVEVA: Señor… (tras volver a mirar en el papel): Blanco, hagámoslo fácil, ¿eh…?

            (Un silencio.)

BLANCO: ¿Qué quiere usted…? ¿Quiere libre acceso a mi ordenador? ¿A los archivos? ¿A mis papeles? (Mostrándolos): ¡Aquí tiene los balances! ¡Las facturas! (Lanzándolas al aire): ¡Facturas, facturas, facturas…! (Sacando los documentos de unas carpetas o bandejas): ¡Todas mis declaraciones de Hacienda! ¡Todos mis recibos! ¡Todo al día!, siempre viviendo “al día”

GENOVEVA: (entre dientes): Tal vez ése sea el problema…

BLANCO: (levantándose): ¡Pero siéntese, siéntese y adelante! ¡Así me ayudará usted a ordenarlos! ¡Vamos, siéntese, guapa!

            (GENOVEVA se quita la chaqueta y la deja en el respaldo del sillón de BLANCO, donde toma asiento y posesión. Teclea en el ordenador.)

GENOVEVA: (sospechando): ¡¿Tiene protegido este ordenador?! ¡No me deja entrar!

BLANCO: Tiene que introducir la contraseña.

GENOVEVA: (presta a teclear): ¿Y la contraseña es…?

BLANCO: “Hacienda somos casi todos”…

GENOVEVA: (tras quedarse mirándolo en silencio): ¿Eso no es una comedia?

BLANCO: Más bien una tragedia…; grotesca.

GENOVEVA: ¿Cómo me ha llamado?

BLANCO: Digo que una tragedia grotesca.

GENOVEVA: Ah… (y se pone con el ordenador)

BLANCO: (recalcándoselo a la cabeza, sin que ella se percate): ¡Grotesca…!

GENOVEVA: (tecleando): “Hacienda somos casi todos”…, ¿todo junto?

BLANCO: Casi todo.

GENOVEVA: ¿Dónde está la carpeta?

BLANCO: ¿Qué carpeta?

GENOVEVA: ¡La carpeta! ¡No se haga usted de nuevas…! ¡La carpeta B, la que tiene todo empresario en su ordenador!, (hastiada): ¡aah…!

BLANCO: “La carpeta -…” No sé de qué me habla… (Ácido, por los de la mesa): Mire a ver si la encuentra bajo esos papeles… ¡Mire a ver si “ve”, esa carpeta “B”…! ¡Y si no, al menos, así me los ordena…! ¡No he tenido ni un minuto para ponerme a ello desde que perdí a  mi socio!

GENOVEVA: Sí, eso también lo sabemos… A su socio, (leyendo el nombre): eh…, un tal Carlos, 

BLANCO: ¡Antonio!

GENOVEVA: (corrigiendo el papelito): Antonio…lo ahogaron las deudas, y decidió terminar de ahogarse él solito… Una soga, un lazo alrededor del cuello, y un salto mortal desde una silla. Una valiente pirueta… (Fría): Una pena…

BLANCO: Sí, en este mismo despacho… Desde ese mismo sillón… (GENOVEVA se levanta y se aleja del mismo limpiándose disimuladamente el trasero. BLANCO se acerca al asiento posando las manos y acariciando el respaldo) Sí… Pobre Antonio… Él era menos fuerte… ¡Sí, saltó! ¡Saltó por culpa de esta inercia pestilente y criminal de la que usted misma forma parte!

GENOVEVA: ¡Así me gusta, señor Blanco, así es, de la que formamos parte, todos, usted y yo incluidos!

BLANCO: (tras un silencio): Así que no es usted más que un peón, un peón del poder…

GENOVEVA: Sí, soy un peón…; el peón negro… Y usted, usted es el peón blanco(Tras otro silencio): ¿O es usted más listo de lo que pensamos…? (Cómplice, guiñándole un ojo y dándole con el codo): Vamos, señor Blanco… ¿Es todo una argucia, eh…? Has sabido engañarnos a todos nosotros, eres tan golfo como el que más, pero tú has sabido guardar las cartas…

BLANCO: (tras un silencio): No… Ninguna carta oculta… Llevo más de veinte años dejándome la piel, la salud, y mi vida privada, para intentar mantener a flote una modesta empresa, esta modesta empresa… Sin deber favores, pagando siempre por encima de mis posibilidades, sin saber qué es un día libre ni tener idea de lo que son unas vacaciones… (Cogiendo y mirando una foto enmarcada de su mesa): Sacrificando un matrimonio y un futuro…, una vida…

GENOVEVA: ¡“Blanquia”…! “Blanquia!, está claro. “Blanquia”, de “blanqueo”, ¡usted es de los nuestros!

BLANCO: ¿Está usted loca? “Blanquia”, de Blanco, ¡de mi apellido!, ¡Blanco!, ¡como mi conciencia!, ¡blanca!

GENOVEVA: Claro… “Blanco”… Como “cheque en blanco”… Señor Blanco: ¿es usted demasiado listo…, o demasiado tonto…?

BLANCO: Creo que demasiado honrado, para los tiempos que corren, y para los que piensan como usted…

GENOVEVA: Bueno… Le he dado una oportunidad… Una oportunidad de oro para que demostrara usted que estaba en el juego, que participaba en lo que algunos se empeñan en llamar “corrupción” y que otros llamamos “el mecanismo”, el “cash flow”, “el sistema”…, o…, el mundo real… Señor… (olvida el apellido)

BLANCO: Blanco…

GENOVEVA: Señor Blanco… Prepárese para recibir todo el peso de la ley… O se está dentro, o se está fuera… Y usted está fuera…

BLANCO: ¿Qué me espera entonces…?

GENOVEVA: La inspección, la investigación… La auditoría, la filtración a los medios, periodistas a la puerta de casa, fotos, vecinos diciendo que parecía usted un tipo normal… El oprobio…

BLANCO: (hundido): El oprobio… ¿Hay algo que pueda hacer?

GENOVEVA: ¡Ah, bien, bien! ¡Va usted a ofrecerme una mordida, un sobrecito, una “contraoferta”…! Igual no es demasiado tarde, igual aún hay una solución… Tal vez aún tenga usted arreglo, señor…, “Blanco”…

BLANCO: No, eso nunca… No tengo que pagarles ningún favor, ¡ninguno!, ¡no les debo nada…!

GENOVEVA: En ese caso… (Alargando una mano): ¿Me pasa mi teléfono…? (Extrañado, BLANCO saca el móvil de la chaqueta de la inspectora dejada en el sillón, y se lo da. Tras marcar, al teléfono): Soy yo. Se cierra el expediente “20-0-16”, “Blanco”. … Sí. (Cuelga y le devuelve el teléfono al empresario, que, suspenso, vuelve a meterlo en la chaqueta. GENOVEVA va hasta un ventanal)

BLANCO: ¿Qué hace abriendo esa ventana…?

GENOVEVA: Si se empeña… La única otra salida que le veo a su caída en desgracia, es, (señalando con la cabeza): otra caída…, un accidente… Sería más decoroso… Tenga al menos las agallas de su socio… Su honradez, señor Blanco, quedaría entre nosotros, como un secreto…

BLANCO: (mirando la ventana): ¿Saltar…?

GENOVEVA: Salte, señor Blanco… Salta, Juan… Vamos… Vamos, Juan, yo lo haría...

BLANCO: ¿Usted?

GENOVEVA: Yo, Genoveva Peral.

BLANCO: (corriendo hacia ella): ¡¡¡Genoveva Pérez del Peraaall…!!! (y la empuja a través de la ventana)

GENOVEVA: (cayendo al vacío): ¡¡¡¡Aaaah…!!!

            (BLANCO mira por la ventana… Tras un silencio…):

BLANCO: (para sí): Un momento… ¿Dijo “Juan”? Juan Blanco es el empresario del despacho de arriba, sexta planta, yo soy Pedro Blanco. (Consternación) ¡Ay, Peral…!

GENOVEVA: (en un lejano hilo de voz): Pé-…, rez…, del…, ¡Peraal…!

(BLANCO sacude la cabeza… Va hasta el sillón, quita la chaqueta de GENOVEVA del respaldo, pasa la mano por éste y lo acaricia. Vuelve entonces a la ventana, y cuando va a arrojar por ella la chaqueta, suena en el interior de ésta el teléfono de antes. Tras dudar, lo saca del bolsillo y contesta…):

BLANCO: (al móvil): ¿Sí…? (Frío): No, me temo que Genoveva no pueda ponerse. (Saca la chaqueta por la ventana, y, dejándola caer): Ha salido… 

OSCURO 

FIN

 © Diego Fdez. Sández

  (Escrita en el Café Comercial, en el año de gracias)


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